La timidez del aniversario 499 de Trinidad (+ fotos)


A poco para el medio milenio de fundada Trinidad, no puedo hacer más sino entristecerme por la timidez con que asumimos su cumpleaños. Siento la dejadez de quienes le deben el verdadero valor de sus encantos. Veo la melancolía en los ojos de aquellos que dejaron un trozo de sí en la salvaguarda de la ciudad.

Ya falta poco para el dichoso aniversario 500, y me sigue sobrevolando esta emoción de nieto feliz por la abuela que llega a la centuria, pero furioso por los padres empedernidos que tejen coartadas para reducir la magnitud del hecho. Otra vez resuena como un trueno la frase comodín para justificar la falta de motivación: hay poco presupuesto. Y así relegamos a segunda mano una festividad de merecida importancia. 

Durante la semana emergieron las quejas del pueblo, enajenado de las propuestas de este año por la mínima divulgación y ofendido porque en este enero, ni siquiera existió la clásica tarima donde se abren las puertas de nuestra idiosincrasia a través de propuestas artísticas asequibles al público. Por estas fechas suelen “emparapetar” la plataforma en las inmediaciones de la plaza mayor, pero este año fue prescindida, y las habituales galas tuvieron lugar en el patio de la Casa de Cultura del municipio. La feria de artesanía en las márgenes de los museos constituyó una de las pocas muestras festivas en las áreas del centro histórico.

Nuestro veterano Víctor Echenagusía siente este declive de las conmemoraciones, y refiere experimentar incomodidad, porque “su esencia va más a la cultura, pero hay un ánimo progresivo por lo popular”. La balanza se inclina al facilismo técnico: por un lado las carpas callejeras donde la música grabada resulta la vía más simplista de entretenimiento; por otro, la cerveza sustituye algún palco en el cine-teatro municipal. De esta manera echamos por tierra las palabras del ya fallecido historiador Carlos Joaquín Zerquera y Fernández de Lara, quien, según algunos curiosos, refería una y otra vez que para “emborracharse ya están los carnavales”.

Recuerdo cuando de niño solía pedir permiso en la escuela para salir temprano y montarme en los artefactos de hierro a manera de implementos eléctricos – que a veces parecían estrellas, barquitos, aviones o dragones que nos ponían de cabeza – sin la temeridad de ahuyentar la horda de turistas que hoy descansan en el Iberostar Grand Hotel… La algarabía brotaba en mis contemporáneos porque habíamos hallado el paraíso de la diversión, similar a la “Isla de los juegos” donde llevaron a Pinocho, pero sin la desgracia final de transformarnos en burros. ¡Deliciosa época donde los precios no nos hacían abrir los ojos a la manera del Saturno de Goya!

La celebración que marcase pauta en todo el país por ser la primera de su tipo en Cuba –luego de la cual una avalancha de semanas culturales se expandiría por toda la geografía nacional – experimenta la pérdida paulatina del sabor exquisito de la tradición: mera gastronomía criolla, y un historial textil sustituido por el mal gusto de las marcas falsas. Tal vez por ello le resulte casi imposible establecerse en la cultura nacional con la ejemplaridad que fue pensada, como sí lo lograron las parrandas de Remedios y Guayos. 

Mientras que poco a poco la semana de la cultura trinitaria va tornándose carnavalesca – a la manera de las parrandas que no caben en las listas, porque existen hasta en los consejos populares más minúsculos – prefiero regocijarme en las historias de mis generaciones predecesoras, que me sumergen en un halo de anécdotas hermosas donde puedo imaginarme la alegría de los trinitarios a borbotones. Entonces, solo así, creo ver en esa festividad el homenaje justo para los encantos coloniales de mi ciudad, pequeña y esplendorosa como ninguna.

                                          Foto: Alipio Martínez
  Peña del Periodista rafael Daniel, el viernes en la noche, en el patio de la Casa Artex. Foto: Alipio Martínez
                                                               Fotos: Alipio Martínez
                                                              Foto: Carlos Luis Sotolongo
                                                          Foto: Carlos Luis Sotolongo
Nota: Agradezco las colaboraciones de los autores de las fotos, que ilustran algo de lo acontecido en este aniversario 499 de Trinidad.

Comentarios

  1. LUIS ORLANDO, ME PREOCUPA MUCHISIMO ESTE DEPAUPERAMIENTO DE LA ESENCIA DE LA SEMANA DE LA CULTURA.
    NO CREO QUE ARMAR LA TARIMA CUESTE MAS QUE TODOS LOS RECURSOS QUE SE MUEVEN PARA ARMAR LAS CARPAS, INSTALAR LOS BARES CALLEJEROS, SUERTIR LOS, ETC. CREO QUE HAY UNA INEFICIENTE GESTION DE LAS AUTORIDADES EN EL MUNICIPIO Y UNA OLIMPICA DESESTIMACION DE LOS RECURSOS QUE SE PUDIERAN RECAUDAR SI LAS ACTIVIDADES DE LA SEMANA DE LA CULTURA FUERAN REALMENTE CULTURALES Y SI LA PROMOCION MAS ALLA DE LAS FRONTERAS DE LA DIRECCION MUNICIPAL DE CULTURA FUERA REALMENTE EFECTIVA. ESTUVE ENE TRINIDA LA SEMANA PREVIA A LA FAMOSA SEMANA D E LA CULTURA Y NO VI ABSOLUTAMENTE NINGUN SIGNO DE QUE ESTA SE AVECINABA HASTA EL DIA ANTES D ECONENZAR QUE EN UN DOS POR TRES ARMARON TODA LA PARAFERNALIA EN LAS CALLES LINO PEREZ Y JOSE MARTI.
    CON ESTOS QVQNCES,, REALMENTE NO QUIERO NI VER QUE SERA LA PELICULA D ELOS 500 AÑOS.

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  2. Resulta muy, pero muy triste que una celebracion como esta experimente una decadencia tal. Incluso cuando yo era niño, en la etapa del crudo período especial, recuerdo que las semanas de la cultura tenían bríos más cercanos a lo autóctono de nuestra ciudad y aun con las carencias, habían propuestas lo suficientemente dignas para homenajear el aniversario de la ciudad, y lo mejor, todavía se podia distinguir entre el aniversario de la ciudad y las fiestas sanjuaneras porque hoy cada vez se diferencian menos, como dijo carlos luis en su post, cuestión bastante triste porque nuestros carnavales son unos de los más pobres del país.
    Gracias José, por acercarte a mi espacio, espero verte más seguido por acá. Saludos

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