¿Fruto prohibido? (o Apología del paquete)


Pudiera ser que los encargados de hacer el paquete de la semana tienen una ferviente devoción católica. Pudiera ser, por ejemplo, que estaban en primera fila por allá por el año 1998, cuando el Papa Juan Pablo II le habló a Cuba acerca de la necesidad de abrirse al mundo. Desde entonces, supongo yo, han experimentado de todo para tomar al pie de la letra las palabras del santo padre: hicieron los bancos de películas de cassette, CD, DVD, la venta de música pirata y todo cuanto nos acercase a la realidad mundial.

El Paquete o Carga, según la región del país, se le denomina al compendio de materiales audiovisuales (películas, series, conciertos, videos, reality shows y hasta etc.) que circulan sin tropiezos por los dispositivos extraíbles de millones de cubanos a precios que varían entre 2 y 5 CUC. Por eso sostengo, sin temor a equivocarme, que este producto ni tiene por qué alarmar a nuestra cultura, ni es la fuente principal de subversión del pensamiento cubano actual, bastante herido por tantas irregularidades de la sociedad.

Se ha convertido en un medio de comunicación alternativo, sui generis, que se hace necesario estudiar a fondo desde una lógica histórica, y entender sus porqués, sus causas y consecuencias, sin llegar a planteamientos mediocres acerca de sus perjuicios a la ideología de las mayorías. No hay que ser ingenuos, hay problemas internos que laceran mucho más el pensamiento, hay laceraciones en el pensamiento que todavía no sanan…

El carácter comercial de este producto, vinculado a las leyes del mercado de la cultura actual, hace que ofrezca lo más sensacional de la TV extranjera, pero le gusta al público. También es banal, no cabe duda. Pero lo banal entretiene, lo banal existe en todo ser humano y existirá. Lo banal atrae y por eso la producción nacional lo promueve tanto ¿Acaso nadie ve Conexión, Piso 6? ¿Acaso nadie observa con ojos críticos la irrupción de Los Ángeles en la vida cultural cubana?

Me molesta mucho la postura de los medios de comunicación nacionales con respecto al paquete: ciertos intelectuales emergen y le ordenan al público cómo y qué deben ver. La gente, que no entiende de eso sino de cuál será el pasatiempo de la noche, después de un caluroso y agotador día de trabajo, termina por desechar tales criterios.

En la emisión del programa Hurón Azul (Cubavisión, viernes 10: 05 PM) dedicado a la trascendencia de este fenómeno, Rolando Pérez Betancourt hablaba del sentido acrítico con el que el público cubano asume el producto que se le vende. La falta de crítica no es culpa del paquete, sino de ciertos mecanismos de instrucción cultural muy beneficiosos que están fallando en los últimos años.

Incluso, más allá de esa sentencia, creo que la gente sí es crítica a la hora de escoger su producto. El simple hecho de ir directo al programa de preferencia, de comprar solo una mínima parte del terabyte de información, nos hace distinguir un producto de otro. Nos hace ser críticos.

Y los hacemos porque queremos. Tanto emisor y receptor se manipulan. Uno ofrece lo que el otro quiere porque sabe que no existe otra fuente para buscarlo. El otro paga y dicta su gusto, porque sabe que en el dinero tiene cierto poder. Si es cierta la existencia en dicho paquete de una supraestructura que controla la emisión cultural hacia Cuba con fines maquiavélicos, entonces sería necesario potenciar la única arma que puede contrarrestarlo: la TV nacional.

Pero asumámoslo, esta romántica idea de encontrar una solución más atractiva desde lo autóctono (defendida por Abel Prieto), se torna inverosímil mientras pasan los días en un ICRT que se nos desmorona entre el arcaísmo, el mal gusto, la falta de recursos y cierta dosis de nepotismo.

A los cubanos no nos queda otra que liberar el espacio de las memorias flash, del disco duro, y agarrar unos pesos cubanos que nos aseguren el pasatiempo nocturno. A fin de cuentas, es esta la oportunidad de hacer cumplir las palabras de Juan Pablo II, de materializar aquel sueño de los cubanos por conocer del bien y del mal, de abrirnos al mundo desde el entretenimiento, el acceso a la información actualizada, la variedad de productos y, por qué no, el acceso a la cultura.

Comentarios

  1. El verdadero paquet es la programacion de la tv. En mi tiempo deciamos de un mal programa o peli que era un "paquete".

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    1. jajajaa eso es para que veas como evolucionan los significados de las palabras. El paquete de ahora es casi inseparable de los cubanos... con el conocen de la televisión del mundo

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  2. No es menos cierto todo lo que expones, pero sigo creyendo que resulta un poco caro para la cantidad de productos que al final consume cada cual del famoso "paquete". Por cierto me encanta la caricatura, increible que rodiado de buenos caricaturistas tengas que venir a Ciego a buscarla


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