Testimonios desde Europa: "Lo más peligroso es subestimar al Coronavirus"

Foto: El País.
Tres meses después, Alicia Herbosa recordaría, mientras tose en la cama de su casa, cuando escuchó las primeras noticias sobre el Coronavirus en China. “Es solo una gripe”, pensó un poco después, por allá por el 31 de enero, cuando el primero de los casos aterrizó en las tierras hispanas.

Hasta el momento de escribir esta nota, son 558 los muertos y casi ascienden a 14000 los contagios en esa nación, que no solo colapsa en una cuarentena nacional que detiene la vida social y económica en una atmosfera fantasmagórica, sino que la pone a la cabeza del caos europeo.

Alicia Herbosa junto a su esposo José: "La cuarentena empieza ahora, lo más duro vendrá en los próximos días cuando la Internet y el ocio ya no nos sea suficiente".  

Alicia enfermó desde el sábado pasado, pero hoy se considera sana. No sabe su enfermedad, aunque se sintió tal cual describen en los Medios. No hay suficientes pruebas clínicas y prefiere quedarse en casa. No salir es su mejor cura. Ella, a sus 34 años, pudiera pertenecer al 80 % de las personas infectadas con síntomas leves o imperceptibles. Muchos miembros de su familia, no.

Vía WhatsApp, habla con una serenidad reconfortante. No obstante, se preocupa mucho por la situación de los cubanos: “si el mundo desarrollado está así, no lo asuman como una tontería”, afirma.

“En un primer momento todos pensamos, como imagino que pasa con ustedes, que este virus sería algo pasajero y leve. Recuerdo las campañas sanitarias del año anterior que contabilizaron más de 6400 muertes por Influenza. En China los números no parecían tan altos. Así que lo subestimamos todos, Gobiernos incluidos”.

Sin embargo, el número de contagios y la alta morbilidad del virus ha hecho colapsar los servicios sanitarios de países como España e Italia. “Hay demasiados contagios juntos —agrega Alicia— y demasiadas personas vulnerables que acuden a urgencias y necesitan respiradores, instrumentos o camas que se agotan. Este es el peor escenario. Por eso me quedo en casa”.

David Merlo, Trentino, Italia: "Es realmente algo grande. Tenemos que tener conciencia, especialmente ustedes con todo ese turismo arribando a su tierra".

Desde Trentino, Italia —719 casos—, David Merlo se siente más seguro, aunque no deja sentir una extrañeza permanente por no poder salir ni del barrio, ni del país. “Hay que estar consciente y hacer las cosas a tiempo. Yo estoy siguiendo las reglas quedándome en mi domicilio y espero que con eso sea suficiente, pero me agobia la situación tan grave que enfrenta el país”, me dice por vía Instagram, donde el chico, de 29 años, suele pasar el tedio del encierro.

En Cuba todo ocurre con demasiada normalidad. En Trinidad, la ciudad donde se han reportado 4 de los 10 pacientes confirmados con el Coronavirus, la tensión se respira, pero el hábito de la gente suele ser el mismo y la interacción con turistas no cesa. Se cerraron centros nocturnos, cafeterías y eventos públicos para evitar aglomeraciones, pero es casi imposible detener una cola para comprar pollo, un city tour o simplemente un apretón de manos.

Trinidad, esta tarde del 18 de marzo de 2020.


De vuelta a Madrid, encuentro el testimonio de María Guilarte Polanco, Jefa de Operaciones de la Compañía Iberia en el Aeropuerto de Barajas y casada con un cubano de Villa Clara. Papá e hijas se quedan en casa y mamá acude a trabajar diariamente teniendo clara una cosa: el aislamiento social es fundamental. A nosotros nos dice: “a los latinos hay que educarnos porque somos de mucho calor emocional, sobre todo los cubanos, muy calurosos y dados al contacto físico”. Hace poco, Guilarte publicó en su perfil de Facebook una llamada a la imprudencia en los aeropuertos porque la gente todavía prefiere irse de vacaciones. 

Recientemente, el diario norteamericano The Washington Post, publicó un estudio sobre los beneficios del distanciamiento social para combatir la curva infecciona del SARS-CoV2, más efectivo incluso que la cuarentena impuesta. El artículo muestra un estudio que sugiere la ineficacia de esta al estilo de Europa y señala que es mejor “quedarse en casa con más frecuencia y mantenerse alejados de los demás. Si las personas tienen menos movilidad e interactúan menos entre sí, el virus tiene menos oportunidades de propagarse”.

Sin embargo, hay que decir que estos parámetros se ajustan más al modo de vida de la sociedad estadounidense. Al respecto, el periodista cubano Jesús Raúl Gallego advertía en Facebook “mientras exijan a los padres que lleven a los niños a las escuelas y la gente tenga que seguir yendo al trabajo cogiendo guaguas atestadas, no hay distanciamiento social que valga”.

En otro sentido, el biólogo cubano Alejandro Parmarola, presidente de la Sociedad cubana de Botánica, insta a recordar que no hay elementos para una paralización del país y un estado de alarma mientras no haya evidencias científicas de propagación in situ.

¿Hay que esperar a que llegue ese momento? Ahí radica el conflicto. ¿Significa esto que los cubanos  deben tomar más iniciativas individuales con el tema? Alicia Herbosa nos explica: “Aquí en España pidieron que nos quedásemos en casa cuando cerraron los colegios y la gente en vez de meterse en casa se fue a los parques y a los bares como si fueran vacaciones. Algunos fueron a la playa, básicamente a propagar el virus en pueblos pequeños donde viven más ancianos y existen menos recursos”.

Basta decir, desde Cuba, lo difícil que es pasear sin evitar un estrechón de manos o un beso de los amigos, por no hablar de quienes se enfadan cuando uno evita el saludo formal o los mimos que siempre andamos ofreciendo. Los medios también se inundan de las acciones que el Estado cubano brinda para mitigar el impacto del virus, pero muchas actividades económicas en curso degradan la percepción de riesgo.

Ahora toca confiar en las autoridades que lideran el proceso, pero también tomar iniciativas propias. Recordemos los números: Casi 200 000 casos confirmados globalmente, aunque la cifra es más alta pues depende del acceso de enfermos a hospitales y personas que deciden hacerse la prueba, bastante costosa. Alrededor de 8 000 fallecidos ya se suman en todo el planeta. “No hay que subestimar al Coronavirus, es la peor cosa que podemos hacer”, nos recuerda Alicia Herbosa.




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