Inventos para pintar


(Publicado originalmente en  OnCuba)

Tocan a la puerta y él busca el dinero antes de abrir. Baja las escaleras, asegura 60 CUC en sus manos y por fin cierra el trato. Un vendedor le prometió esta docena de tubos de óleo por ese precio y prefiere pensar que esta “gestión” le garantiza no tener que preocuparse por los colores primarios para sus pinturas en los meses venideros.

Es mejor asegurar poco a poco los materiales a que falten en los momentos de creación, cuando la demanda por las obras se dispara o se emocionan las musas. Este artista lo aprendió desde que hizo suyo el mundo de la plástica, donde debe lidiar con la ausencia de un mercado regularmente abastecido para adquirir los materiales indispensables.

Muchos le dijeron que en Trinidad, donde trabaja, la tienda del Fondo Cubano de Bienes Culturales no satisface la demanda; que en el mercado negro están las mejores opciones; que conseguir hasta lo más básico (papeles, lienzos, cartulinas, pinceles, óleo, acrílico…) supone apelar a las estrategias creativas más inverosímiles. Pero de todas formas aquí está, creando.

Como él otros casi 70 artistas plásticos exponen y venden al turismo en la villa trinitaria. Aunque no son los únicos, pues ahí están también, necesitados de insumos, artesanos, ceramistas…


Oresqui Rodríguez Concepción firma como el faraón egipcio Ramsés y llegó desde Taguasco hace 12 años para comercializar su arte en la tercera villa fundada por los colonizadores españoles en Cuba. Tiene su propia galería en el centro histórico de la ciudad y todavía, dice, le falta mucho por ofrecer.

En tiempos difíciles compró tintas frías, originalmente para el tratamiento de telas en la industria textil, les echó un poco de espesante para tintes de cabello, las disolvió en agua y con esto llenó sus lienzos. Según argumenta, la solución sirvió para que la tela no absorbiera tanto óleo y le otorgó más brillo. “Las tintas de imprenta son buenísimas también. Estas cosas se consiguen en el mercado negro, por supuesto”, confiesa.

Cuenta, ufanándose de las historias como si fueran hazañas épicas, que conoce de personas que pintaron con tierra, porque es la técnica que usaban y porque buscaban gamas de colores; que tenía amigos que manchaban lienzos con agua de remolacha, o metían clavos a oxidar para utilizar el rojo resultante. Soluciones alocadas, dirían después, que se crean por la necesidad.

Mas, la inventiva no se remonta sólo a los duros años de la crisis de los ’90, sino que se ha mantenido a lo largo de toda la década del 2000 y lo que va de la actual. En Cuba, creen muchos artistas, no existe un verdadero mercado oficial de materiales para la creación artística.

Hasta ahora es el Fondo Cubano de Bienes Culturales la institución encargada de reunir a los artistas, artesanos y creadores en sentido general. Fue fundado con la intención de darles apoyo en la comercialización de sus obra y a cambio, servir de puente en el abastecimiento legal de materiales. Sin embargo, la relación no es mutuamente beneficiosa.


“Existe siempre una dicotomía entre el Fondo… y los artistas, pues el abastecimiento es muy inestable”, comenta Luis Blanco Rusindo, un asociado de la villa trinitaria. “Cuando uno pregunta nos dicen que los convenios con las marcas varían mucho. Imagino que sea por cuestiones económicas que yo no domino…”

De ahí que el fermento para la venta ilegal esté a la orden del día. Hay que crear, y a toda costa. Si no existe una tienda estable y surtida, pues los materiales aparecen “por la izquierda”. Hasta los estudiantes de arquitectura vieron un negocio redondo en la venta del material escolar que les entregan gratuitamente en su carrera para los proyectos que deben dibujar.

Hay otras alternativas, como por ejemplo la de Ramsés, quien trata de mantener relaciones profesionales con extranjeros. Siempre algún cliente contento con su obra le ayuda a surtirse. “Ellos me lo traen y por supuesto yo se los pago aquí. Si no, pues por la calle aparece gente que se dedican a venderlos, sobre todo aquí en Trinidad, donde todo el producto de este tipo encuentra compradores”.

Los creadores más veteranos corren mejor suerte. El esplendor y el reconocimiento de la obra los lleva fuera de las fronteras nacionales. Parte de su itinerario engloba una compra exhaustiva de materiales de pintura. “Mientras otros traen ropas y zapatos nosotros cargamos unos cuantos kilogramos de lo que necesitamos para pintar”, dice la notable pintora local Yudith Vidal Faife.


“El objeto social del Fondo es proporcionarle al artista un espacio donde mostrar su obra, para que lo conozcan, para promoverla. Es también un espacio para que puedan adquirir sus materiales de manera lícita, con un mínimo porciento que se le impone por la transportación”.

Así lo explica la especialista comercial del FCBC en Trinidad, Mariela Toledo Vera, quien reconoce que sí, que la situación con el abastecimiento de materiales no es favorable. Como artista de la plástica que es, lo comprende mejor que nadie.

“Ahora mismo tenemos en oferta cartulinas y lienzo. Pinceles, brochas, esas cosas, ya no tenemos. Se nos prometió una distribución sustanciosa, pero hasta ahora no se ha dicho más nada”.

“En la actualidad se ha trabado un poco el problema de los suministros por cuestiones que tiene que ver con los proveedores extranjeros. Realmente tratamos de hacer la gestión para que la tienda esté surtida. Pero no se ha logrado”.

—Cuando vienen los artículos, ¿cómo se hace la distribución?

—Trinidad, por supuesto, es priorizada, por el gran potencial y los altos niveles de comercialización que existen, no solo por los artistas naturales sino por el tránsito de otros. Pero la oferta no cumple las expectativas de ningún artista. De entrada, aquí suministramos no solo a los plásticos, sino a artesanos y creadores en general. Los materiales se les ofertan según la demanda primaria de ellos.

Mariela no acepta acaparamientos y se dice justa a la hora de otorgar materiales. De ahí que cuando es tiempo de vender, afirme desgastarse localizando a cuanto pintor tenga a mano, para que ninguno se quede fuera de esa suerte de rifa.

“Pienso que como entidad debemos tomar medidas rápidas y drásticas con esto del surtido de materiales. Los artistas están interesados en vender con nosotros y a veces no lo hacen por estas mismas razones”.

Con tal de no dejar de crear, los artistas también han innovado en Cuba. Incluso, reconocen que las carencias ayudan a buscar nuevas maneras de convertir la obra en una propuesta original dentro del mercado mundial.

“Lejos de afectarnos, nos favoreció. La falta de materiales ha hecho posible que desarrollemos toda una imaginería que solamente se da en Cuba. Tenemos ejemplos de grandes como Choco, con propuestas muy sui generis para su época, tenemos a Fúster, que hace sus esculturas con pedazos de cerámica rotas…”, opina Vidal Faife.

Pero la precariedad no debería ser motivo de orgullo y el mercado negro sigue engordando. Con tal de resolver, los artistas muchas veces prefieren no indagar mucho por la procedencia de los materiales. Sencillamente, hay que pintar.

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