VIVO: la película y el rol de Cuba en ella

VIVO recrea locaciones en La Habana, Cuba. Imagen: Sony Pictures.

A mí como cubano, Vivo, la nueva película de animación lanzada en Netflix el pasado 6 de agosto, me emocionó en el mismo principio cuando la icónica dama de Columbia Picture cambió su antorcha por una flauta y comenzó a improvisar una melodía a base de son. Poco después, se abrió la imagen de una pintoresca Habana mostrando el Malecón y el gigantesco edificio del Capitolio al fondo. “Asere, ¿qué bolá?”, se escuchó la mítica frase en medio de esa vibrante intro y no pude evitar que se me erizara la piel.

Cuba parecía, hasta ese momento, el pilar de la trama de la nueva apuesta de Hollywood por reconocer a la comunidad latina en Estados Unidos —el 18% de una población que ha estado poco representada en la industria del entretenimiento. El aspecto cubano, sin embargo, sabe a bocadillo de un comercial que se anuncia para llenarte, pero que termina por dejarte con hambre.

El aspecto cubano, sin embargo, sabe a bocadillo de un comercial que se anuncia para llenarte, pero que termina por dejarte con hambre.

Vivo cuenta la historia de un kinkajú de gran talento musical (un mamífero que habita los bosques centroamericanos, pero no de Cuba) que tiene que viajar de La Habana a Miami con la vivaz pero solitaria Gabi para honrar el último deseo de su dueño, Andrés. El anciano murió antes de que pudiera viajar a Florida para ver al amor de su vida, una famosa cantante que estaba a punto de jubilarse, y a la que estaba decidido a entregarle una canción de amor que había escrito décadas atrás. 

Lin-Manuel Miranda como Vivo y Ynairaly Simo como Gabi. Imagen: Sony Pictures

La película, en definitiva, es entretenida pero no memorable. Con esa pirotecnia visual que caracteriza las superproducciones de Hollywood, aderezada con cambios de colores y elementos de diseño gráfico, la historia te atrapa hasta el final, pero se siente como un avión que despega y no sabe en qué lugar específico aterrizar. Funciona bien para que los niños pasen una agradable mañana de domingo, aunque es poco probable que lo recuerden al día siguiente en la escuela.

Culturalmente, puede decepcionarte. Lo que empieza sobresaltando Cuba se pierde en un laberinto de lugares comunes, como si de repente los guionistas te sacaran de tu asiento y te pusieran en otra sala de cine, para decirte: “bueno, en realidad para esto viniste, para ver la misma historia animada que solemos presentar. 'La película se siente más alineada con los tiempos en que Obama, en 2015, trató de romper el hielo con Cuba y la gente comenzó a crear puentes entre los dos países que nunca se terminaron. 

'La película se siente más alineada con los tiempos en que Obama, en 2015, trató de romper el hielo con Cuba y la gente comenzó a crear puentes entre los dos países que nunca se terminaron.

La música intenta ser el hilo conductor de la trama en las distintas situaciones que deben superar Vivo y Gabi para llegar a Marta Sandoval (Gloria Estefan). Sin embargo, la banda sonora acaba sintiéndose desconectada entre ritmos, introduciendo un sonido latino que no explota la enorme riqueza de la música cubana y que hace giros hacia otras  pegadizas pero ordinarias canciones pop. Aunque en excelenetemente compuesta y arreglada por el talentoso y multipremiado Lin Manuel Miranda, quien también interpretó a la voz del protagonista, resulta algo olvidable al final.

Cuba, de hecho, se desvanece mientras avanza la película. La Habana se va tornando un recuerdo que no aporta soluciones a los conflictos y desafíos en el resto de la película y el concepto Latinx se convierte solo en un elemento ornamental. Hay, en medio del filme, un giro inexplicable hacia una fábula, en la que el escenario es una jungla llena de animales en los Everglades de Florida. Me hizo extrañar ver el Miami hispano que se ha construido como la capital de los latinoamericanos en Estados Unidos a lo largo de las últimas décadas, donde de hecho vive la mayor comunidad de exiliados cubanos. Lamenté que la historia de amor no tocara a fondo uno de los temas más sensibles que suelen afrontar los cubanos: la separación por obra de la migración. 

Imagen: Sony Pictures

A pesar del elenco de lujo, con Kirk Demicco como director (Los Croods), música de Miranda y voces de la puertorriqueña-dominicana Zoe Zaldaña y la cubanoamericana Gloria Estefan, entre otros, la brillante historia carece del interés por profundizar en nuestra cultura. Como si Cuba no fuera más que lo que muestran las postales turísticas o como puede sonar un disco de Buena Vista Social Club.

Publicada originalmente en inglés para StartUp Cuba

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