Cambio de domicilio
Quien me hubiera preguntado hace 5 años qué iba a ser de mi vida hoy, le hubiese respondido que Trinidad es la ciudad para cualquier soñador, que con ella basta para morir contento. Yo nunca creí en el fatalismo geográfico, hasta ahora. Yo nunca quise irme de mi tierra natal, hasta ahora. Pero si quería avanzar en mi profesión y proyecto de vida, este era el sacrificio.
Ahora estoy sentado en el suelo. Espero, junto a mis compañeros de aula, el comienzo de la asamblea de ubicación laboral. El día existe, como otros. Hay calor, brisa de media tarde; la soledad de la Universidad Central "Marta Abreu"de Las Villas ya se hace notar a estas alturas de julio. “¡Oigan los de Santa Clara, esto va a comenzar!” vocifera una de las funcionarias; entonces me percato de que es cierto, de que en papeles legales ya no vivo en Trinidad.
Reflexiono sobre el tiempo y el espacio. En el pasado todo fue tan simple, ni yo era periodista ni quería irme de casa. En el presente todo cuanto hago me asusta, por aquello de que en una aventura cualquier paso en el vacío te desvanece. Para el futuro acumulo, por sobre todas las cosas, miles de esperanzas.
Esa es la realidad de un profesional recién graduado en Cuba. Lidiar contra una ubicación contraria a las aspiraciones, volver con un título de oro hacia los espacios reducidos de nuestra casa. Ya que no he puesto en mi agenda una salida del país, hago como otros tantos y emigro hacia sitios donde soy afín, donde me depara algo medianamente mejor a lo de antes. ¡Emigrar! Palabra con una semántica de muerte, palabra con imagen de melancolía y desarraigo. Palabra grande.
Ya cambié la dirección hacia un lugar donde no voy hace tres meses. En pocos meses tendré que buscar alquiler. Un alquiler en Santa Clara puede costar hasta cuatro veces mi salario básico. Mi salario básico apenas dará para comer en una semana. En una semana tendré que “inventar” como vivir dentro de tres meses.
Santa Clara y Trinidad son ciudades muy distintas, pero son cubanas. No me imagino el sentir de quien tiene que cambiar su domicilio hacia tierras prácticamente desconocidas, obligados por cuanto desmán conozca en su vida. Muchos parten hacia lo desconocido para trinfuar, para mejorar... para extrañar. Yo, que tengo la oportunidad de regresar los fines de semana, se me aprieta el pecho de recordar las yerbas que crecen entre las piedras del calle, las palomas que vuelan encima de mi casa, la feria de la candonga, y las veces que allí me confundieron con extranjero.
Mi ciudad natal se me antoja entonces como un hervidero de nostalgias, de espacio mítico para alimentar mis musas desde esta pequeña lejanía, desde la estrechez de mi nuevo hogar, desde el ritmo de trabajo, desde el amor, la iglesia, los orgasmos... Por ahora es así de inseguro el destino. Quien me pregunte que haré dentro de 5 años no le sabré decir, pero dudo que en esta generación haya alguien que lo sepa.
Ahora estoy sentado en el suelo. Espero, junto a mis compañeros de aula, el comienzo de la asamblea de ubicación laboral. El día existe, como otros. Hay calor, brisa de media tarde; la soledad de la Universidad Central "Marta Abreu"de Las Villas ya se hace notar a estas alturas de julio. “¡Oigan los de Santa Clara, esto va a comenzar!” vocifera una de las funcionarias; entonces me percato de que es cierto, de que en papeles legales ya no vivo en Trinidad.
Reflexiono sobre el tiempo y el espacio. En el pasado todo fue tan simple, ni yo era periodista ni quería irme de casa. En el presente todo cuanto hago me asusta, por aquello de que en una aventura cualquier paso en el vacío te desvanece. Para el futuro acumulo, por sobre todas las cosas, miles de esperanzas.
Esa es la realidad de un profesional recién graduado en Cuba. Lidiar contra una ubicación contraria a las aspiraciones, volver con un título de oro hacia los espacios reducidos de nuestra casa. Ya que no he puesto en mi agenda una salida del país, hago como otros tantos y emigro hacia sitios donde soy afín, donde me depara algo medianamente mejor a lo de antes. ¡Emigrar! Palabra con una semántica de muerte, palabra con imagen de melancolía y desarraigo. Palabra grande.
Ya cambié la dirección hacia un lugar donde no voy hace tres meses. En pocos meses tendré que buscar alquiler. Un alquiler en Santa Clara puede costar hasta cuatro veces mi salario básico. Mi salario básico apenas dará para comer en una semana. En una semana tendré que “inventar” como vivir dentro de tres meses.
Santa Clara y Trinidad son ciudades muy distintas, pero son cubanas. No me imagino el sentir de quien tiene que cambiar su domicilio hacia tierras prácticamente desconocidas, obligados por cuanto desmán conozca en su vida. Muchos parten hacia lo desconocido para trinfuar, para mejorar... para extrañar. Yo, que tengo la oportunidad de regresar los fines de semana, se me aprieta el pecho de recordar las yerbas que crecen entre las piedras del calle, las palomas que vuelan encima de mi casa, la feria de la candonga, y las veces que allí me confundieron con extranjero.
Mi ciudad natal se me antoja entonces como un hervidero de nostalgias, de espacio mítico para alimentar mis musas desde esta pequeña lejanía, desde la estrechez de mi nuevo hogar, desde el ritmo de trabajo, desde el amor, la iglesia, los orgasmos... Por ahora es así de inseguro el destino. Quien me pregunte que haré dentro de 5 años no le sabré decir, pero dudo que en esta generación haya alguien que lo sepa.
EMIGRAR DE CIERTA MANERA DESGARRA A UNO. NO IMPORTA A DONDE, POR QUE Y POR CUANTO TIEMPO, EMIGRAR ES UNA PALABRA FATAL, LLENA DE RENUNCIAS, ABANDONOS, DESARRAIGOS!!! DEBIAN QUITARLA DEL DICCIONARIO!!!!
ResponderEliminarEmigrar es una palabra mucho más dura de lo que parece!!!
EliminarNadie es capaz de imaginar siquiera lo que implica abandonar su casa, su tierra, su vida. No se trata de empezar de nuevo, ni siquiera de vivir de nuevo. Es simplemente tener los pies en un sitio y el alma en otro.
ResponderEliminarAsí es, concuerdo contigo "tener los pies en un sitio y el alma en otro". Prometo hacer en este blog un post sobre el abandono de la patria...
EliminarTodo es sobre la base de la suerte, o de elementos que no implican al trabajo merecedor. En este mundo patas arriba, todo lugar y tiempo puede ser malo si no lo miramos con los ojos de la mayoría. Ser como ellos es la clave.
ResponderEliminarYo en realidad no creo demasiado en la suerte, uno se construye un camino... la suerte va por ahí!!
EliminarPor lo menos me pareces valiente al asumir ese riesgo y lo valoro mucho. Siempre tendras en mi un amigo en quien confiar.
ResponderEliminarPodrá ser valiente, pero no sabes la cantidad de veces qué siento miedo. La suerte es que tengo gente como tú!!! ABRAZOS
EliminarMe encantan tus reflexiones, de cierta manera me identifico mucho con ellas y en especial con esta. Hace 3 an~os que no camino por mis calles de piedra, no me ba~no en Javira o me siento en el murito de mi casa en la calle Desenga~no, y aunque parezca nada, de cierta manera es como que un pedazo de mi se quedo alla. Podemos aociar la palabra emigrar con nostalgia, a~noranza , y un deseo insaciable de siempre volver a tu tierra, es por eso que no hay un dia que no deje de pensar en cuando volvere a pisar mi hermosa Trinidad.
ResponderEliminarCuando uno ama tanto la tierra donde nació, cuando es sincero, sensible, siente ese tipo de cosas. Gracias por comentar, y gracias por compartir conmigo esa necesidad de la tierra natal.
EliminarEso que ahora sientes se llama reserva a lo desconocido,si te vas como piensas para emprender carrera independiente, lejos de los que hasta ahora fueron tus brazos o tus piernas para ayudarte a andar,se llama valentía y cdo pase el tiempo y te atrapen otros lazos en esos lugares que no son tu casa natal .ni tu cuidad de piedras ,que eaoa lazos te amarren a donde vayas a estar ,mirarse hacia atras y esos se llamara NOSTALGIA. Esos nos pasa a todos los que salimos al mar a buscar otros rumbos y anclamos en tierra desconocida y no por eso reprochamos ese arranque del momento en que decidimos emprender nuevas rutas porque de esos valientes están llenos los mares .Adelante!!
ResponderEliminarSalgo como Carballo pero soy la Garcia Dalmau.Lol.un beso.
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