Si el cine Romelio Cornelio tuviera alma…
Si tuviera alma de seguro sintiera tristeza. Si se llenara de sentimientos, ahora mismo mi reseña quedaría centrada sobre las lágrimas que vertería desde su inamovible figura justo en el centro de Trinidad. Cierto, muy cierto, es que los años pasan para el cine Romelio Cornelio sin que nadie note, desde el andar diario por sus alrededores, cómo a esa edificación le queda muy poco del esplendor de antaño.
Acostumbrado estaba él a recibir los más encumbrados elogios por allá por las décadas de los 70 y 80: qué buenas las tandas, qué buenas películas, qué bueno es tener un cine con tan buenas propuestas… Ahora solo se conforma con ver relegadas aquellas funciones que convocaban multitudes, al vacío diario aun cuando cambien las propuestas fílmicas. Aurelio Gutiérrez, ávido cinéfilo, lo recuerda como jornadas provechosas que se han perdido en el tiempo.
Jornadas provechosas, sí, cambiadas por la dejadez, o quizás, por una frontón adornado con papeles hechos a mano, algo así como un intento infantil de confeccionar un poster Art Attack para promocionar los filmes que solo se transmiten en la imaginación de unos pocos, como si la exquisita tradición de la cartelística cubana no hubiera llegado nunca a los ojos de los trabajadores del centro.
Así las películas quedan condenadas a pasar desapercibidas por los transeúntes, lo suficientemente distraídos con sus avatares cotidianos como para acordarse de la existencia de un cine teatro con escasas probabilidades de entretener al público. En todo caso se remitirían al facilismo de siempre: ir directo hasta el propio banco de alquiler de DVD que funciona en la puerta del recinto, su propia carta de suicidio.
Alguien dijo una vez, respecto al auge de la tecnología digital, que esta traería la muerte de las llamadas salas oscuras. No hay porque negar las ventajas que trae el DVD, la memorias flash, Internet, –que confieren más ocio, inmediatez, accesibilidad… – pero, este aprendiz de periodista, en busca de las opiniones de la gente, encontró que la gran mayoría experimenta en el cine una sensación única de compenetración con la película que el televisor no logra suplantar. Tal ves por eso las grandes industrias prefieren el estreno en la pantalla grande antes que la chica.
O como dijera Luis Blanco, intelectual trinitario: “los nuevos tiempos traen cambios, no podemos pensar en las salas oscuras de la misma manera de años atrás, pero pretender su muerte es, simplemente, un error de concepto”. La idea para la actualidad sería convertirlos en complejos culturales, en aras de conjugar la propuesta cinematográfica con atracciones de tipo comerciales, o con otras manifestaciones del arte. Esa mixtura, esa fusión, es el eje fundamental de los años que corren.
Ah, claro está, esto conllevaría a un vínculo directo de la producción fílmica cubana con las condiciones técnicas para la proyección del material. Imposible disfrutar si el aire acondicionado roto te deja más pendiente al sudor que a la trama, y las dificultades del audio te hacen pensar solo en el close caption, como sucedió en esta ciudad al centro sur de Cuba cuando estrenaron Habanastation. Aun así, logramos ver abarrotados los palcos.
Que hermoso sería ver la premier de cada producción – y coproducción – nacional, en varios de los cines de provincia. ¿Acaso no nos gusta a los cubanos ver lo “hecho en casa” por el mero sentido de pertenencia? La imagen me sobrevuela la cabeza, con este ánimo de ver multiplicadas las opciones recreativas sanas, las propuestas más apacibles.
Por desgracia el cine Romelio Cornelio de Trinidad padece los mismos achaques de tantos homólogos cubanos, relegados al vacío de pasillos, de asientos que envejeces por la falta de uso y películas que nunca pasan por entre los proyectores de alta definición – ahora digitales. Ni siquiera se porqué me gusta pensar que el cine tiene alma, cómo hacerlo, si esto implica imaginar tristeza y lágrimas vertidas desde una inamovible figura justo en el centro de la villa.
Acostumbrado estaba él a recibir los más encumbrados elogios por allá por las décadas de los 70 y 80: qué buenas las tandas, qué buenas películas, qué bueno es tener un cine con tan buenas propuestas… Ahora solo se conforma con ver relegadas aquellas funciones que convocaban multitudes, al vacío diario aun cuando cambien las propuestas fílmicas. Aurelio Gutiérrez, ávido cinéfilo, lo recuerda como jornadas provechosas que se han perdido en el tiempo.
Jornadas provechosas, sí, cambiadas por la dejadez, o quizás, por una frontón adornado con papeles hechos a mano, algo así como un intento infantil de confeccionar un poster Art Attack para promocionar los filmes que solo se transmiten en la imaginación de unos pocos, como si la exquisita tradición de la cartelística cubana no hubiera llegado nunca a los ojos de los trabajadores del centro.
Así las películas quedan condenadas a pasar desapercibidas por los transeúntes, lo suficientemente distraídos con sus avatares cotidianos como para acordarse de la existencia de un cine teatro con escasas probabilidades de entretener al público. En todo caso se remitirían al facilismo de siempre: ir directo hasta el propio banco de alquiler de DVD que funciona en la puerta del recinto, su propia carta de suicidio.
Alguien dijo una vez, respecto al auge de la tecnología digital, que esta traería la muerte de las llamadas salas oscuras. No hay porque negar las ventajas que trae el DVD, la memorias flash, Internet, –que confieren más ocio, inmediatez, accesibilidad… – pero, este aprendiz de periodista, en busca de las opiniones de la gente, encontró que la gran mayoría experimenta en el cine una sensación única de compenetración con la película que el televisor no logra suplantar. Tal ves por eso las grandes industrias prefieren el estreno en la pantalla grande antes que la chica.
O como dijera Luis Blanco, intelectual trinitario: “los nuevos tiempos traen cambios, no podemos pensar en las salas oscuras de la misma manera de años atrás, pero pretender su muerte es, simplemente, un error de concepto”. La idea para la actualidad sería convertirlos en complejos culturales, en aras de conjugar la propuesta cinematográfica con atracciones de tipo comerciales, o con otras manifestaciones del arte. Esa mixtura, esa fusión, es el eje fundamental de los años que corren.
Ah, claro está, esto conllevaría a un vínculo directo de la producción fílmica cubana con las condiciones técnicas para la proyección del material. Imposible disfrutar si el aire acondicionado roto te deja más pendiente al sudor que a la trama, y las dificultades del audio te hacen pensar solo en el close caption, como sucedió en esta ciudad al centro sur de Cuba cuando estrenaron Habanastation. Aun así, logramos ver abarrotados los palcos.
Que hermoso sería ver la premier de cada producción – y coproducción – nacional, en varios de los cines de provincia. ¿Acaso no nos gusta a los cubanos ver lo “hecho en casa” por el mero sentido de pertenencia? La imagen me sobrevuela la cabeza, con este ánimo de ver multiplicadas las opciones recreativas sanas, las propuestas más apacibles.
Por desgracia el cine Romelio Cornelio de Trinidad padece los mismos achaques de tantos homólogos cubanos, relegados al vacío de pasillos, de asientos que envejeces por la falta de uso y películas que nunca pasan por entre los proyectores de alta definición – ahora digitales. Ni siquiera se porqué me gusta pensar que el cine tiene alma, cómo hacerlo, si esto implica imaginar tristeza y lágrimas vertidas desde una inamovible figura justo en el centro de la villa.
Buen post! Tienes mucha razón, de los pasados esplendores no queda nada. Recuerdo los lunes de cinemateca, allá por los años setenta, con funciones que comenzaban desde las 4 de la tarde, donde se podían ver ciclos interesantísimos de lo mejor de la historia del cine...allí vi también muchísimos estrenos.
ResponderEliminarNo es menos cierto que los tiempos cambian, pero a mismo tiempo debían cambiar las concepciones mentales de los que administran la cultura. Por otra parte, hay que dejar de utilizar la ausencia de recursos como justificación universal. Nuestra querida villa merece este rescate.
Estoy muy de acuerdo contigo Mayra,no hay rason alguna para dejar ese cine abandonado,hay recursos para arreglarlo y que vuelva a ser lo grande que era en los 70's claro estoy fuera posible si los que administran la cultura tuvieran dos dedos de frente
EliminarPS Y que a pasado con el teatro La Caridad?
En primer lugar Mayra, gracias por acercarte al blog... la verdad es una lástima lo que sucede en ese tipo de instituciones, esperaremos que con este 500 aniversario que cumplirá nuestra querida villa, haya una esperanza verdadera para rescatar instituciones culturales tan valiosas, lástima también que no todos los jóvenes tengan concienciasuficiente.
EliminarEn realidad ya hubo una reparación no hace mucho, pero al parecer todo recayó en la fachada... sin grandes cambios. Respecto al Teatro la Caridad, se habla de un proyecto de restauracion por parte de la Oficina del Conservador... pero nada palpable aun... Muchas gracias a ambos por acercarse a mi blog, y espero se repita la visita. Saludos
Alegrate amigo, al menos esta en pie. Un emulo suyo, el Cine Prado, de Cienfuegos, en la misma esquina donde nace el bulevar, lo estan desbaratando para hacer un palacio del regueton. Eso es peor.
ResponderEliminarSe que existen casos poeres, de cines que por recaudar muy poco han sido desechados completamente... es la triste realidad de estas nstituciones en el pais... nos toca a los periodistas luchar porque otros no corran la misma suerte
EliminarEs una pena que lo hayan dejado así de abandonado, todavía recuerdo cuando era niño, por los años 90 que no había domingo que no fuera al cine a ver la tanda infantil, a veces eran las mismas películas o los mismos dibujos animados, pero siempre estaba allí, de alguna manera no me aburría. Espero hagan algo para al menos restaurar parte de lo que un día fue, o hagan propuestas nuevas como esa de convertirlo en un espacio cultural. Por cierto muy bueno este blog y este post
ResponderEliminarBueno abandonado no está del todo, aun funciona, solo que su principal uso, el de proyectar peliculas, esta casi en cero... creo aun lo usas como local de ensayo y de reuniones... no mucho más... las películas son aunciadas, pero la gente ni se entera... y no las pones, salvo algunas excepciones de estrenos nacionales que convocan mucha gente... Muchas gracias Jorgito por tus halagos. Saludos
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